domingo, 11 de noviembre de 2012

Nuestros mayores...

La Señora que  está internada en el mismo salón de mi madre… siempre que voy a visitar a mi mamá la veo solita… tiene leucemia… el otro día a miles costos llegó a la camilla de mi madre (que está contigua) para poder ir al baño (porque es súper aseada), gracias a Dios la pude acompañar… Pero otras veces éstos pacientes no pueden llegar al servicio y se orinan de camino…


afortunadamente los /las enfermeras del hospital son ángeles que Dios pone en sus caminos…
“Ven hijo mío, súbete a mis hombros para que puedas ver mas allá, para que la vista te alcance para ver y encontrar tu futuro, ¿Estás cómodo? ¿Has encontrado el futuro que pobremente te pude dar? ¿Podrías ahora relatarme lo que ves? Sólo cuento con tus ojos, los míos se han desgastado en el horizonte que busque para ti”
Para empezar he citado un pensamiento real, como tantos pensamientos que están por allí, pero a los que les hacemos poco caso. Nuestros ancianos, nuestros padres que un día lucharon por nosotros, dependen ahora de nosotros, ahora nos toca a nosotros poner en practica el amor y la paciencia que un día y a lo largo de nuestra niñez nos enseñaron.
Si nos detenemos un momento a pensar, nos daremos cuenta que es muy fácil hacer felices a nuestros ancianos, o por lo menos hacerlos sentir cómodos, sin embargo muchos están solos, enfermos, desamparados y abandonados a la tristeza.
En los países mas desarrollados, como el nuestro, los ancianos tienen la suerte de contar con instituciones llamadas: “Asilos para ancianos”, donde nuestros viejecitos reciben cuidados físicos, ¿Pero a quién puede dolerle o quién se preocuparía de su estado emocional? ¿Quién cuida de su corazón, que una vez se volcó entero, desparramándose en mil ternuras y atenciones para sus hijos?
Recordemos que nuestros padres ahora están viejos y tal vez incapacitados para cuidarse a sí mismos, pensemos que un día nosotras ocuparemos su lugar y nos gustaría tener los cuidados y atención necesarios y lo que debíamos hacer ahora, es proveer a un viejo aunque no sea familiar, aunque no le conozcamos, contribuir a que tenga una vida con dignidad, tolerancia y amor, aunque sea unos momentos de su corta y restante vida.
Hay un viejo dicho que dice: “como trates al viejo, va a ser el trato que recibas de las siguientes generaciones”
Y tú, ¿Cómo cuidas de tus padres, abuelos y de la gente mayor de tu familia?
Proverbios 20.29 (La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez).
Pero, ¿Por qué tratamos mal a los mayores? ¿Por qué nos molestan los mayores cuando se hacen viejos? Alejamos a los mayores y ancianos porque molestan, siempre dan problemas, pierden control de su cuerpo y se va haciendo insoportable la vida con ellos… No queremos que vivan en nuestro hogar pues son una carga muy pesada.
¿No es terrible escuchar decir esto?
¿Por qué no valoramos lo que en su tiempo fueron? Trabajaron para que recibieses una educación, para que fueses alguien en la vida, que no fueses como ellos… Soñaban con que fueses un profesional, y ahora que ya tienen sus años ¿te molestan? Hay que saber dar mucho amor a estas personas, porque cuando llegue el día en que se marchen de nuestras vidas nos pesará la conciencia y quizás incluso nuestros mismos hijos nos lleguen a hacer lo mismo cuando seamos nosotros los viejos.
Recordemos que ellos también fueron jóvenes una vez, que corrieron por el campo, subieron a un árbol o soñaban con el encuentro de su ser amado.
¿Porqué debemos dejar de lado a nuestros mayores? ¿por qué no tenemos la paciencia que tuvieron ellos cuando fuimos pequeños?
Son preguntas que me hago a esta altura de mi vida.
¿Qué se aprende con todo esto?
Sea cual sea la conexión que tengas con tus padres, cuando nos faltan los extrañaremos a morir.
Hay que aprender a ser paciente con quien lo dio todo para nosotros cuando éramos unos críos desvalidos.
No hablar fuerte pensando que no se dan cuenta (si se dan cuenta y lo observan todo).
Tú también llegarás a viejo, siembra amor y regala a manos llenas la bondad para que tus hijos sean buenos contigo a la hora de envejecer.
Cuida a tus padres y abuelos y Dios te lo tendrá en cuenta a la hora de tu adiós por esta tierra.
La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca como los hiciste sentir.


Esta reflexión la he encontrado en Facebook, es de Antonieta Arce, y la he puesto aquí porque me ha parecido muy buena y me ha hecho pensar... Llevaba tiempo queriendo hablar de este tema pero no me venían las palabras, así que gracias a Antonieta, ella lo ha hecho por mi... Es muy triste ver como una persona pasa los últimos años de su vida sola  muy enferma y que tus hijos te den la espalda...En fin, sus motivos tendrán, no los voy a juzgar, pero me consta que luego la conciencia les tiene que pesar, porque si no, no serían humanos...Menos mal que siempre hay personas con un corazón inmenso y lleno de compasión que acompañan todo lo que pueden a estas personas mayores aunque no sean de su misma sangre... Desde aquí mi más sincera enhorabuena a esos "angeles" y darles las gracias por hacernos la vida a todos más humana, feliz, llena de amor,siempre regalándonos palabras amables y ternura.Y aunque algún día crean que su trabajo humanitario no lo valoran, seguir haciéndolo, porque la recompensa de ver esa sonrisa en esa persona que necesita de tus cuidados y compañía, ya merece la pena al cien por cien.

1 comentario:

  1. Que palabras más sabias,amo a mis padres con todas mis fuerzas y no hay nada que no haría por ellos.

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